Los platos típicos destacan por los perfumes y frutos del bosque: setas, trufas, castañas, nueces. Las hierbas silvestres, el tomillo, el orégano y la menta también son ingredientes imprescindibles. La pasta es casera y se hace con harinas de proximidad. Se suele preparar con legumbres, verduras, hortalizas y se adereza con quesos y carnes procedentes de una zona donde se cuida mucho el bienestar animal. Ovejas, cabras, vacas podólicas y cerdos tienen aquí su hábitat ideal y es gracias a este hábitat que se puede disfrutar de leche, carne, quesos y embutidos de calidad incomparable, obtenidos mediante procesos de elaboración y conservación de antigua memoria y sabiduría. La variedad de platos dulces, salados y agridulces es fruto de todas las influencias que se han generado con el tiempo, a partir de los pueblos del sur del mar Mediterráneo, griegos, árabes, albaneses, y los procedentes del norte de Italia y de Europa, piénsese en la época normando-sueva, en la larga dominación española, los franceses y los piamonteses que llegaron aquí durante la Unificación italiana. Esta multitud de sabores y tradiciones ha generado resultados excepcionales, como los obtenidos en las infinitas variedades de postres típicos de Calabria, en los que la miel destaca, junto con frutos secos, almendras, piñones, castañas, nueces, avellanas unidas a higos secos y uvas pasas. Estos postres se acompañan con excelentes licores, vinos blancos y tintos. Son muchos los productos de calidad producidos por empresas locales situadas en los parques, muchos de los cuales tienen certificación DOP e IGP o son baluartes Slow Food.